Los bioestimulantes tienen mucho que aportar en materia agrícola. Por un lado, sirven para la nutrición vegetal; por otro, para la gestión sostenible del suelo. Debido a ambas cosas son muy demandados en el mercado actual, que tiende a buscar soluciones más ecológicas y asequibles.
Está demostrado que los bioestimulantes potencian los procesos de nutrición. En este sentido, pueden mejorar ciertos aspectos de las plantas. Por ejemplo, la tolerancia al estrés provocado por el granizo, las heladas, la sequía, la alta salinidad, etc.

El Pacto Verde Europeo
Las exigencias del Pacto Verde Europeo animan al desarrollo de los bioestimulantes, cuya aplicación está aumentando sensiblemente. Cabe recordar que el mayor productor es Europa; el principal mercado, España. Además, los bioestimulantes se hacen necesarios ante la carencia de fertilizantes químicos a causa de la guerra en Ucrania y el aumento del coste de la energía.
Los bioestimulantes han encontrado su momento. Su corte innovador, entre otras cosas, ha sido clave para afrontar un cambio climático que está mermando el rendimiento de los cultivos.

Bioestimulantes con una diferencia sustancial
Mención especial merecen los bioestimulantes con Leonardita micronizada para la conservación del suelo, cuyo efecto contribuye a aumentar la absorción de nutrientes y también el crecimiento de las raíces. Otro elemento es el azufre, que una vez tratado para poder ser asimilado, es muy propicio para mejorar las condiciones del suelo.
En definitiva, se tiende a paliar el efecto negativo de una fertilización inorgánica excesiva. Para ello es necesario aumentar la eficiencia metabólica de las plantas. Además, las preferencias de los consumidores apuntan a productos de residuo cero.
Hay que conocer bien el suelo para preservarlo y gestionarlo bien. Así elevaremos el potencial productivo de las especies vegetales, lo que supone reducir los fertilizantes de síntesis química y apostar por las bacterias promotoras del crecimiento. Los cultivos tienen otra planta con bioestimulantes.