China lleva luchando contra la desertificación desde 1978 con el Proyecto de los Tres Nortes. El objetivo es crear una Gran Muralla Verde, un bosque que se extienda a través de 4.500 kilómetros para frenar la expansión del desierto Gobi y la contaminación.
Un esfuerzo con grandes beneficios
Se espera que este proyecto continúe hasta 2050. Por ahora, ha conseguido estabilizar miles de dunas en movimiento y ha conseguido disminuir la frecuencia de las tormentas de arena en todo el país. Además, las áreas boscosas han aumentado en más de 158.000 kilómetros cuadrados.
Desde que empezó el proyecto, se ha logrado absorber el 5% de las emisiones de gases contaminantes del país, lo que equivale a más de 47 millones de toneladas de CO2. Esto ha sido posible gracias a que han plantado alrededor de 66.000 árboles de la especie Enterolobium cyclocarpum, conocida por ser capaz de sobrevivir en terrenos áridos. Así, la reforestación ha conseguido permitir la vuelta de muchas especies animales a sus hábitats naturales, unas especies que habían disminuido en la zona o incluso habían desaparecido. Además, el proyecto ha proporcionado empleo a millones de personas, especialmente en las áreas rurales.
Es necesario seguir trabajando en la zona
A pesar de los avances, el proyecto no se ha librado de las críticas. Expertos como Jenifer L. Turner, directora del Foro Ambiental de China en el Centro Woodrow Wilson, señalan que muchas veces los árboles plantados no reciben el cuidado necesario y terminan muriendo. Además, aunque China ha realizado esfuerzos significativos, sigue siendo uno de los mayores emisores de CO2 del mundo, y el 27% de su territorio continúa siendo árido, según un informe de 2022. Por eso, las personas que están detrás del proyecto piden continuar con esta Gran Muralla Verde y una mayor colaboración por parte del gobierno.
Un ejemplo para otros países
Entre 2010 y 2015, la inversión en el proyecto fue de 70.000 millones de euros, financiada en gran medida gracias al incremento de las sanciones a empresas que practican la deforestación. Este modelo de reforestación ha inspirado a otras zonas del mundo. En algunos países de África, como en Senegal, están imitando esta iniciativa para combatir la desertificación en su propio territorio. En otros, están apostando por la tecnología para hacer más verde nuestro planeta.