Los largos periodos de sequías causan fuertes lluvias que se han vuelto una gran amenaza, causando devastadoras inundaciones en diversas regiones del mundo. Pero, ¿por qué sucede esto? Un estudio ha revelado cómo el cambio climático y la aridez del suelo intensifican estos episodios con graves consecuencias.
El suelo ya no es una esponja
Tras una larga sequía, el suelo se convierte en una superficie dura y seca, perdiendo su capacidad de absorber agua de manera eficiente. En lugar de actuar como una esponja, se comporta como una superficie impermeable, similar al asfalto. Esta transformación se debe a la pérdida de humedad y la compactación del suelo, lo que provoca que las lluvias, cuando finalmente llegan, no se infiltren adecuadamente en el terreno. En su lugar, el agua corre superficialmente, aumentando el riesgo de inundaciones repentinas.
El estudio, que ha analizado datos meteorológicos desde 1980 hasta 2020, ha demostrado un aumento en la frecuencia de estos cambios bruscos de sequías a lluvias torrenciales e inundaciones debido al cambio climático. Este fenómeno, al parecer, se ha observado especialmente en Europa, donde la probabilidad de pasar de una sequía a aguaceros peligrosos ha aumentado.
La aridez también juega un importante papel en este problema. En unas condiciones normales, un suelo cubierto por vegetación se vuelve más poroso ante la lluvia, facilitando que el agua se infiltre hacia el subsuelo. Pero en un terreno árido, el suelo se compacta. Se pierde cubierta vegetal y puede aparecer la escorrentía. Esto agrava la degradación del terreno, que se erosiona y favorece las inundaciones.
La sequía aumenta la probabilidad de fuertes lluvias
El verano de 2023 en España, el tercero más cálido registrado de la historia, fue seguido por lluvias torrenciales en septiembre que dejaron seis muertos y miles de incidencias. Las carreteras colapsaron, las viviendas se inundaron y los ríos crecieron desmesuradamente, causando graves problemas de transporte y evacuaciones masivas.
Los investigadores han descubierto también el papel de los llamados «circuitos de retroalimentación» en estos cambios. Durante una sequía, la evaporación del agua del suelo y de las plantas incrementa la humedad en la atmósfera, proporcionando condiciones propicias para lluvias torrenciales. Además, en regiones secas, el calor y las bajas presiones atmosféricas atraen la humedad de otras zonas, como el mar, aumentando así la probabilidad de precipitaciones intensas.