Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), actualmente se pierden un total de 931 millones de toneladas de alimentos en toda la cadena de suministro. El desperdicio genera unas pérdidas de 360.000 millones de euros cada año. Por eso, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ha hecho saltar las alarmas.
El informe «Perspectivas Agrícolas 2023-2032», elaborado por la OCDE y la FAO, se estima que en el sector primario se pierden 135 millones de toneladas de cultivos al año. Si no se toman medidas, esta cifra aumentará en otros veinte millones de toneladas según la OCDE.
¿Qué se puede hacer?
Es necesario tomar medidas adicionales para reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos, ya que esto es fundamental para mitigar el cambio climático. Debemos reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y hacer un uso más eficiente de nuestros recursos naturales.
Para lograrlo, se debe trabajar en el fortalecimiento de los sistemas agroalimentarios, permitiéndoles anticipar, prevenir, adaptarse y transformarse frente a los desafíos. Esto garantizará la seguridad alimentaria, los medios de vida y la nutrición.
Una ley contra el desperdicio alimentario
En España, el Gobierno ha aprobado una ley pionera en 2023 contra el desperdicio alimentario. Esta ley requiere que las empresas tengan un plan de prevención para minimizar las pérdidas, priorizando el consumo humano. También se están desarrollando tecnologías para ayudar a los agricultores y ganaderos en esta tarea, como robots que recolectan la fruta caída del suelo y sensores que detectan la descomposición de los alimentos antes de que sea demasiado tarde.
A pesar de estos avances, todavía hay mucho trabajo por hacer para revertir las alarmantes predicciones de la OCDE y la FAO. La reducción del desperdicio de alimentos es un desafío importante que requiere el esfuerzo de todos los actores involucrados en la cadena de suministro de alimentos.