El ozono ha demostrado ser un gran aliado gracias a su poder desinfectante, el más eficiente según la OMS. El sector agrario no se queda atrás y recurre a él para solucionar los problemas habituales del campo. Aunque se utiliza mayoritariamente para la desinfección de materiales y espacios de actividad agraria, se está investigando su uso para el control de plagas como fitosanitario.
El ozono es un gas que se encuentra en el aire que respiramos. Debido a su inestabilidad, es un oxidante muy fuerte que puede captar electrones de otras moléculas. De esta manera, con suficiente concentración de ozono, puede oxidar otras moléculas hasta que quedan destruidas. Este es el proceso que se conoce como desinfección.
Entre sus principales beneficios, el ozono destaca por no dejar residuos. Por este motivo, está autorizado para la limpieza y desinfección en la producción agrícola y alimentaria. Con él, se higienizan almacenes, estructuras y materiales para la producción.
Por otra parte, también se suele recurrir a él para desinfectar el agua. Se consigue una buena oxigenación de los cultivos que da lugar a productos de mayor calidad, sabor y mayor producción. Además, las raíces de las plantas se vuelven más resistentes y abundantes.
De hecho, investigaciones recientes están analizando sus efectos como posible fitosanitario.
El ozono como posible fitosanitario
Los experimentos se están realizando sobre cultivos tanto en cielo abierto como en invernadero para probar su eficacia en el control de enfermedades. El ozono destruye todos los microorganismos de las plantas, los perjudiciales y aquellos que pueden ser beneficiosos. Por eso, su aplicación como fitosanitario está muy controlada en Europa. Las investigaciones apuntan a que, dependiendo de la metodología usada, podría haber variaciones en el resultado final.
En un futuro es posible que hablemos también del ozono como un aliado fitosanitario, curativo y no solo preventivo.