Hoy por hoy, los sensores de humedad son capaces de monitorizar y registrar valores sobre el crecimiento de las plantas, algo que es clave para afrontar situaciones de sequía. Por tanto, su mejora continua es determinante a la hora de hacerlos más fiables y eficaces. En este sentido, con el fin de poder maximizar la producción y reducir el consumo de agua, los investigadores saudíes han desarrollado un nuevo sensor de humedad inteligente. Se trata de un prototipo que, gracias al uso de nuevos materiales, es más rápido y preciso.
Según los últimos datos de la Agencia Estatal de Meteorología, los climas áridos en España van en aumento a un ritmo vertiginoso. En este tipo de climas, el estrés por déficit hídrico puede acabar con plantaciones enteras, lo que conllevaría grandes pérdidas económicas. Una de las mejores soluciones para evitarlo son los sensores de humedad del suelo, que permiten optimizar el riego.
Mejorando lo presente
Como es sabido, existen varios tipos de sensores, según el método que utilizan para medir la humedad. Están los volumétricos, que miden directamente el contenido de agua del suelo; los tensiométricos, que analizan la tensión entre el agua y las partículas del suelo; y los de estado sólido, que a través de dos sondas crean una interacción eléctrica dentro del suelo, siendo los más comunes y menos precisos.
Pues bien, con el fin de optimizarlos, un equipo de investigación de la Universidad de Ciencia y Tecnología del Rey Abdalá (KAUST) ha desarrollado un sensor de humedad inteligente totalmente nuevo. En su núcleo se encuentra una fina película metalorgánica, conocida como MOF, que tiene una gran afinidad por el agua. Los MOF son materiales sintéticos muy porosos, que se utilizan también para captar gases nocivos. Gracias a su estructura y a su fácil funcionamiento, son ideales para aplicaciones de detección.
La obtención de los MOF siguió un proceso complejo
Los MOF utilizados en el laboratorio de esta universidad fueron seleccionados por su capacidad de absorción del agua y resistencia a la descomposición química. El equipo recubrió con MOF microsensores de electrodos. Después se introdujeron en el suelo y se apreciaron sus efectos. Por cierto, se probaron en varios tipos de suelos, arcillosos y arenosos, que suelen presentar diferencias en cuanto a textura y capacidad de retención del agua. El sensor recubierto con MOF demostró una mayor sensibilidad, alrededor del 450% más en suelos arcillosos.
Un nuevo material permite estrechar nuestro contacto con los cultivos.