Los robots son capaces de realizar hasta las tareas más delicadas, como la polinización de plantas. Por eso, el espárrago blanco no les supone ningún problema. Existe un robot en el mercado con la productividad de 15 recolectores, capaz de cosechar hasta 3.000 metros cuadrados en una hora. Gracias a la frustración de un agricultor holandés, surgió esta innovadora tecnología.

La anécdota tras la innovación
La idea se fraguó cuando Marc Vermeer propuso a su hermano, Ad Vermeer, crear un robot capaz de evitarle recolectar espárragos. Para él, era una tarea tediosa que implicaba mucha precisión. Los espárragos deben ser arrancados cuando todavía están bajo la tierra. De lo contrario, se vuelven verdes. Además, Marc afirmaba que le resultaba difícil encontrar mano de obra para la cosecha en Holanda.
Años más tarde, el robot vio la luz.
El robot es capaz de “ver” los espárragos que están bajo tierra, como si tuviese rayos X. En primer lugar, inyecta una señal eléctrica en la tierra. Los espárragos son capaces de conducir esta señal debido a la diferencia de agua que comparten con la tierra. Mediante unos sensores, se cava el suelo y se detecta la señal, indicando la ubicación exacta de los espárragos.
Una vez localizados, los sensores se retiran para que el robot recolecte los espárragos de manera vertical. Su brazo robótico realiza siempre los mismos cortes, sin dañar las raíces restantes. Tras ello, el robot coloca la cosecha en unos contenedores que tiene equipados con una capacidad de 250 kilos.

Un robot para recolectar más y mejor espárragos
Este robot ofrece varias ventajas. En primer lugar, permite a los agricultores recolectar hasta un 20% más de espárragos en comparación con los métodos tradicionales. Además, gracias a la eficacia de sus sensores, que actúan en el momento exacto, los espárragos son más blancos y sabrosos.
Asimismo, su brazo robótico puede cosechar sin dañar las raíces restantes. Esto significa que los espárragos pueden continuar creciendo y ser recolectados en un futuro. Por otra parte, es una solución contra la falta de mano de obra que experimentaba Marc Vermeer en su época y que, hoy día, se ha visto agudizada.