España cuenta con más de 85.000 explotaciones de ganado porcino y es el segundo productor europeo de carne de cerdo. Pero estos datos vienen acompañados de un importante desafío: el manejo de los purines y la calidad del aire en las granjas. Pero ahora, una nueva tecnología promete eliminar los malos olores y reducir el impacto medioambiental de las granjas de cerdos.

Una problemática común en las granjas porcinas
Los vecinos de Campillo del Río, un pequeño pueblo andaluz, llevan años soportando los intensos olores provenientes de una granja de cerdos abierta a finales de 2022. La situación se ha vuelto insostenible, afectando su calidad de vida y generando protestas contra la apertura de tres nuevas explotaciones porcinas previstas en la zona.
Este mal olor se debe a los gases emitidos por los purines, como el amoníaco y el sulfuro de hidrógeno. Dolores de cabeza, irritación de las vías respiratorias y náuseas son solo algunos de los problemas que pueden provocar en las personas. Pero además, también puede afectar a salud de los los animales, reduciendo su bienestar y productividad. Por ello, controlar estos olores no es solo una cuestión de confort, sino también de sostenibilidad y economía.

Biohacking: una solución eficaz
En respuesta a este problema, Aurelian Biotech, una empresa tecnológica murciana, ha desarrollado un producto revolucionario llamado Biohacking. Este aditivo, elaborado a base de zeolitas y piedra natural molida, se aplica directamente en los fosos de purines para eliminar los malos olores y reducir las emisiones contaminantes.
El secreto de Biohacking radica en su capacidad para generar bacterias que transforman el amoníaco en amonio, evitando así la emisión de gases de efecto invernadero. Además, este tratamiento elimina los nitratos y la materia orgánica en descomposición, previniendo la proliferación de moscas y otros insectos.
Si todas las granjas porcinas en España adoptaran esta tecnología, no solo se acabaría con las quejas de vecinos como los de Campillo del Río, sino que también se contribuiría a mitigar los 70 millones de toneladas de CO2 que el sector ganadero emite anualmente.