La calima es un fenómeno meteorológico adverso que suele embadurnar todo a su paso, pintando las calles de naranja y ensuciando nuestros coches. Aunque puede tener serias consecuencias para nuestra salud, resulta sorprendente descubrir que también trae algunos beneficios inesperados para nuestros cultivos.
Se caracteriza por la presencia en el aire de partículas muy pequeñas de polvo o arena, lo cual puede dificultar la respiración y aumentar el riesgo de enfermedades respiratorias y cánceres en las personas. Sin embargo, para nuestras plantas, es una historia completamente diferente, ya que la calima actúa como un fertilizante muy poderoso.
Hierro y fósforo para el crecimiento de las plantas
Esta peculiar niebla contiene una gran cantidad de micronutrientes que resultan beneficiosos para el desarrollo de los cultivos. Su distintivo color naranja se debe a la presencia de hierro, un elemento esencial para el crecimiento de las plantas, ya que interviene en la síntesis de la clorofila, la sustancia que les permite realizar la fotosíntesis. Sin suficiente hierro, las plantas se volverían amarillentas y marchitarían.
Además del hierro, la calima también aporta grandes cantidades de fósforo, otro nutriente vital para las plantas. El fósforo ayuda al desarrollo de raíces y tallos fuertes, así como a la producción de semillas, frutos y flores.
La calima: de enemigo a aliado
Los beneficios de la calima no se limita solo a los cultivos, sino que también mejora la capacidad del suelo para actuar como sumidero de CO2. Al fertilizar el suelo, se incrementa su capacidad para absorber o secuestrar una mayor cantidad de estas emisiones de gases, lo que contribuye a combatir el cambio climático y ganarte un dinero extra. Además, la calima estimula la formación de nubes, lo que suele resultar en precipitaciones beneficiosas.
De hecho, se ha sugerido que la calima puede ser uno de los motivos por los cuales el Amazonas es como lo conocemos hoy en día. Anualmente, el Amazonas recibe millones de toneladas de compuestos procedentes del desierto del Sáhara, transportados por los vientos del este después de recorrer el océano Atlántico.
Todo en exceso es malo
A pesar de estos beneficios, es importante tener precaución con la cantidad de calima que se acumula entre nuestros cultivos. Un exceso de este polvo puede afectar negativamente a las plantas, ya que formará una gruesa capa de arena que recubrirá sus órganos, reduciendo la capacidad de fotosíntesis y dificultando la respiración de las hojas.
La solución puede pasar por un lavado con agua a presión para así seguir disfrutando de los beneficios de la calima. Así, la próxima vez que el ambiente se tiña de naranja, piensa que, al menos, tendremos una buena cosecha.
